jueves, 22 de septiembre de 2016

Culpa




foto: blogs.lanacion.com.ar




Muchacho de la calle, separado del juego.
A veces me pregunto, sobre ti, tantas cosas…
¿Acaso tú querrías charlar conmigo un rato
para alejarme un poco de la vana palabra?
Tal vez unas facturas y una taza de leche
podrían calmar tus ansias, y a su vez,
el encuentro podrá apagar mi pena,
ya que me pesa mucho ver tanta indiferencia.
Y si aceptas mi juego yo voy a preguntarte
sobre las diferencias del trato que recibes
del transeúnte esquivo que esperas en la esquina.
¿Cuál es tu sentimiento           
al ver que una moneda se extiende en una palma
si, tal vez, la sonrisa del hombre que la alcanza
no es una mueca muda, sino que desde el alma
muestra que tu dolor es suyo en ese instante?
¿O cuándo ves el otro rostro despreciativo
que evade tu mirada
y te asocia a un estorbo que ensucia su camino?
¡Necesito saberlo purrete de la calle!...
¿Qué emociones provocan estos gestos ambiguos?
Necesito saberlo porque llevo las culpas
de la sociedad inepta e infame de este tiempo.
Necesito saberlo para escribir un verso
que denuncie este golpe, el crimen encubierto
de abandonar los niños sin ningún escarmiento.
Necesito saberlo porque me oprime el pecho
y a lo mejor tu charla alivie mi tristeza
si es que nuestras palabras llegan a contenernos.
Necesito me digas, para aliviar mis culpas,
si he de sentirme libre, libre de tu desprecio.


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