Hoy me puse tus ropas
para llevar conmigo
el perfume indeleble
que ha quedado impregnado
de tu suave epitelio.
Y es en el lienzo interno,
del hilado vestido,
donde sentí tus manos
como suaves caricias
en un mimo deseado
Hoy me puse tus ropas
para que recorrieras
con ellas, nuestro barrio,
ilusionando el goce
de los años vividos.
Hoy me puse tus ropas
para sentir que somos
como una misma carne
en la cual van prendidas
dos almas que no pueden
encontrarse distantes.
Hoy me puse tus ropas
y anduviste conmigo
al sol del mediodía.
Imité tu sonrisa
tu mirada, tus muecas…
pero mis ojos sólo
mostraron a mis lágrimas.